Ciudades felices

¿Qué nos hace parte de una ciudad feliz? Potenciar el bienestar y la felicidad de los habitantes de una ciudad que se comporte de manera funcional y sostenible se acerca a la respuesta. Los análisis de vida de la población habitante son claves en el estudio de la implementación de mecanismos que disipen las brechas de lo oculto, y hagan posible el acceso a una mejor calidad de vida. El papel que ocupa la arquitectura y el urbanismo pone de manifiesto su función en proveer de vitalidad los asentamientos urbanos, y velar por el bienestar de sus habitantes garantizándoles las mejores condiciones para un adecuado desarrollo de vida.

Una ciudad feliz es una ciudad que diseña la infraestructura de su futuro, pensando en el presente elemental de las conexiones humanas. ¿El diseño urbano incide en la búsqueda de la felicidad? Claro que sí, las ciudades felices se valen de la arquitectura, el urbanismo y los sistemas para ayudar a las personas a tener una vida más satisfactoria. Espacios para caminar, usar bicicletas, manejar vehículos motorizados, estaciones de transporte que conecten con las viviendas lejanas, acceso a servicios de salud en un perímetro cercano, son factores que influyen en la comodidad de una ciudad y por tanto, en la felicidad de sus residentes.

Ambiente humano para ciudades felices, ayudará a que los arquitectos puedan acercarse y entender más de cerca al ser humano, y a su vez, a que los antropólogos, sociólogos, expertos en salud pública, psicólogos y trabajadores sociales encuentren cómo traducir en decisiones espaciales y territoriales sus objetivos. Este libro es un recorrido sobre lo que debe ser un buen ambiente para las comunidades situadas en regiones vulnerables, con el fin de alcanzar el empoderamiento, la armonía y la felicidad. Pedro Menéndez, hizo aportes definitivos en la creación de estrategias adecuadas que parten del análisis de campo de las viviendas vulnerables y su problemática, para luego buscar con los especialistas cuáles son las mejores tecnologías para atender sus necesidades y diseñar métodos pedagógicos para hacerlas llegar a quienes toman las decisiones.

Este libro da cuenta de que los propietarios de las viviendas autogestionadas casi nunca consultan a profesionales como ingenieros y arquitectos, sus diseñadores son las mismas familias con apoyo de maestros de obra. Debido a que muchas de estas personas no tienen conocimientos técnicos, pueden tomar decisiones inadecuadas en materia de ecoeficiencia, riesgos, funcionalidad o salubridad. A ellos buscó llegar el programa “Construya”, quien logró aportes importantes en las mejoras de condiciones de la población vulnerable: ver la sonrisa de una madre que mejoró su vivienda y ahora su hijo no se enferma, compartir con una familia que sabe que su casa soportará un sismo, o ver cómo un obrero se interesa por aprovechar el agua de lluvia; son tan solo unos pequeños ejemplos que llenan de felicidad a la comunidad y a los gestores de este proyecto, que con estos pequeños pasos de gigante, trazan y apoyan la diferencia en el mejoramiento de las viviendas de bajos recursos que hacen ciudades felices.

Desde el punto de vista del desarrollo sostenible, Ambiente humano para ciudades felices, aporta propuestas interesantes acerca de las decisiones mínimas a considerar en un buen ambiente para el ser humano. Rescata que cada geografía y cada cultura, sugieren respuestas habitacionales diferentes, se insiste en la necesidad de investigar y explorar nuestras problemáticas para solucionarlas de manera genuina y acorde a la necesidad. El texto se presenta de manera sencilla y de fácil comprensión, con referencias permanentes a la psicología y a la salud que generan nuevos aportes en cuanto a la comprensión social de nuestra forma de habitar, pero sobre todo, el libro defiende el compromiso humanista que existe con los grupos vulnerables de la población, con su vivienda, su habitad y su ciudad.

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